lunes, 18 de febrero de 2019

The Cloud

La Nube, mejor conocida como Cloud, es un viejo sistema virtual de almacenamiento de contenido online que se ha venido incorporando gravemente en la era digital moderna. La tecnología que la forma data de los años 60’s, aunque fue hasta la última década del siglo pasado que pudo librarse de los impedimentos que su hardware requería.

A primera instancia, puede entenderse como un increíble espacio virtual, una especie de “disco duro” en la Internet, y con todas las ventajas de una Unidad de Estado Sólido, en la que se puede albergar cualquier tipo de archivo en línea. Específicamente, es un modelo de reserva masiva de datos, derivado del mutuo trabajo entre centros de procesamiento informáticos y redes computacionales. A la Nube puede accederse, prácticamente, desde cualquier lugar del planeta siempre que se tenga acceso a la red.



En la actualidad existen varias interfaces con las cuales se puede adentrar en la Nube y gozar de su dilatado potencial: gracias a estas se puede hacer uso de los servicios que aquella desprende. El servicio web es la interfaz más importante debido, en gran medida, al amplio abanico de competidores que gobierna su mercado; en el resaltan las siguientes empresas:
  • Dropbox (servicio de la empresa Dropbox),
  • Google Drive (servicio de la empresa Google),
  • OneDrive (servicio de la empresa Microsoft),
  • Amazon Cloud Drive (servicio de la empresa Amazon), y
  • iCloud (servicio de la empresa Apple).
Los servicios que ofrece la Nube no son solamente de almacenamiento, también figura como albergue para copias de seguridad, así como un espacio de la Internet en la que pueden aplicarse muchas funciones de edición; así mismo, reserva y procura el correcto atesoramiento de los datos que los usuarios le suministran y también dispone de opciones de visualización y duplicación de contenido.

Todos estos servicios facilitan el acceso a las fuentes de información personales o corporativas (sea el caso), ayudan a minimizar los riesgos de una pérdida informática y logran que se compartan eficientemente grandes bloques de datos a muy bajo costo.

Por ser un instrumento sumamente versátil, las interfaces han dispuesto sus servicios en la Nube atendiendo a dos mercados objetivo: a particulares y a empresas. Las diferencias entre unos y otros productos difieren casi en nada salvo por la cuestión de la seguridad, pues para el manejo empresarial se requiere que toda la información subida a la Nube esté nulamente comprometida.

jueves, 14 de febrero de 2019

Presentación

Con vistas en remediar en cierta medida esta situación, la mía como la de muchos otros, he tenido la iniciativa de generar este blog. Realmente anhelo hacer un contenido dulce y salado, pero, naturalmente, agua al cabo.

Sigo produciendo más vaho a temperatura ambiente que el hielo presentado sobre el pavimento de medio día. Me basta con saber eso, porque me hace sentir optimista de cara a lo que busco subir: historias, opiniones e investigaciones. 

Escribir nunca ha sido una de mis pasiones, sin embargo de eso se trata la experimentación, de caer o no en los resultados deseados y concluir.

Open Ocean | Ilha Grande - RJ | Anderson Mancini | Flickr

O. Ignorar es saber


No existe algún día en que no considere valioso recordar la inmensidad de la ignorancia que por bien ha encontrado cabida en mí como en mi entorno. Fluida y resbalosa como el aceite, se ha propagado tanto y tan rápido como el fuego canadiense, de norte a sur y a lo largo de todas las latitudes, en mi mente y en mi espíritu. 

Es una amenaza inevitable que siempre he padecido desde que tengo conciencia de memoria; incluso ahora, sabiendo de muy poderosos remedios preventivos y de las curas más potentes para tratarla, no logro aliviarme. Más que una fiebre pasajera es una condición humana. Eso es, debe ser eso. Se nace y se muere ignorante.

¿Cómo no haberlo notado? Al pregonar que todos los días se aprende algo nuevo, realmente se expresa que todos los días se ignora algo, y esto es más grande que lo otro; a leguas se reconoce que el conjunto "sabiduría" está albergado en el conjunto "ignorancia". ¿Cómo saber lo que no se sabe? Suena más a que los científicos especializados y los doctores de renombre imaginan aquello que podrían ignorar más de lo que piensan lógicamente.

En nada me agrada estar infectado, quemado desde la cabeza hasta los pies y con los huesos hechos carbón, ser otra minúscula pieza ígnea de una infinita falda volcánica. Como pasatiempo, continuamente me nutro con cuentos y lecturas de ciencia ficción, me encuentro horas y horas en las bibliotecas públicas, asesorando tesis y terminando alguno que otro proyecto de investigación que tuviera pendiente, otras veces me hago con múltiples ejercicios de álgebra superior y de trigonometría aplicada, y pese a todo ello sé lo que sabría un recién nacido.

Podrán ocultarlo con sus disertaciones de física y de matemática elevada, con sus tratados de biología o de medicina experimental, con sus plumas vaciadas de tinta, detrás de todos los reconocimientos y altísimos galardones que se han procurado tras una larga vida de sacrificio mental y social, pero son verdaderos artistas, tan creativos y, aun así, tan sumidos en su desconocimiento, tan tremendamente humanos. Si esto no fuera, ¿qué orillaría a un sabio a cuestionar su propio conocimiento? Muy culto y muy ignorante, no cabe duda.

Me tranquilizo y caigo en cuenta que ya no ignoro mi propia ignorancia. Tenemos a los guerreros de lava salvando de entre la piedra caliente los restos fundidos de sus armas, y nadando en las bahías a otros seres apropiadamente adaptados al clima húmedo que acompaña a una vida llena de inconformismo y simpatía por la duda; ahora puedo ver ambos bandos, cuando antes blandía despreocupado una espada a medio derretida.

La arena navega ligera entre los dedos de mis pies. Este colchón tiene una sábana de algodón finamente granulado, lo siento muy pequeño a pesar de que rodea todo el volcán, así que me acuesto y me estiro, queriendo tocar con mis extremidades todas las esquinas de la cama, de este eterno planeta. Qué éxtasis sentí al comprender que a duras penas rozaría el agua del océano que está a mis pies. ¿Y si pudiera hundirme en él y ser como esos seres? ¿Son dioses? ¿Qué más podrían ser si no son dioses? Pienso demasiado sobre ellos, cuando no sé siquiera nadar.

Tal vez los medicamentos sean simples placebos, caros, pero simples. He buscado nuevos ambientes saliendo de mis zonas de confort; tardé tiempo en dominar la planificación espacial, la teoría de materiales y herramientas de construcción, la comunicación asertiva hacia subordinados y superiores, entre otras muchas y muy variadas habilidades; aprendí a ser carpintero, con no pocas perforaciones de clavos y astillas en mis manos y brazos; superé las pruebas prácticas más difíciles que enfrenta un arquitecto profesional; y, sin lugar al yerro, sigo a miles de millones de infinitos kilómetros de conocimiento detrás de esos indiscutibles reyes del mar.